martes, 17 de febrero de 2009

Bernat, no todo es tan negativo......todavía quedan algunos optimistas

PUBLICADO POR MCOY EN WWW.ELCONFIDENCIAL. COM 

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Conversación de jueves tarde. Como interlocutor, un gestor con amplia trayectoria profesional a sus espaldas, embarcado ahora en un proyecto de personas que ha sido de los más exitosos de los últimos 18 meses. Rentabilidad cercana al 11% en 2008 y próxima al 2% en lo que llevamos de 2009 con una volatilidad por debajo del 5%. Le llamo para hacer de head hunter de un amigo y dejamos el verdadero motivo de mi acercamiento para los postres. No por culpa mía. A la introductoria pregunta cortés de, “¿cómo lo ves?”, responde de forma automática con un “de modo mucho más optimista que el mercado”, lo cual me deja estupefacto, excepción ante el abatimiento general. Y, a partir de ahí y sin solución de continuidad, un chorreón de argumentos para justificar tal atrevimiento  que no me resisto a compartir con todos ustedes. Él siempre ha sido muy celoso de su intimidad. No seré yo quien se la arrebate.

Por supuesto habrá muchos matices que se me hayan escapado, servidor escribe de oídas pues iba con el manos libres del coche, pero creo que la originalidad de parte de sus razones, la consistencia de otras y sutrack record reciente hacen que sus puntos de vista hayan de ser tomados en consideración. Y más cuando dentro de su misma casa vive otro gestor que es el apocalipsis en persona (“lo importante es que cada uno gestione bien su visión del mercado”). No esperen literalidad, por tanto, si bien evitaré desvirtuar el mensaje original.

Ya saben que mi visión, recogida a mediados de enero, era de primer trimestre muy complicado, hasta el final de la publicación de los resultados del 2008, que ya están llegando a su fin, momento en el que se iniciaría una recuperación que se puede alargar hasta mitad de mayo como consecuencia de la confianza de los inversores en la utilidad de los planes públicos de estímulo económico. A partir de ahí, nuevo shock de realismo que condenaría a las bolsas a un comportamiento similar al del año pasado: caídas hasta octubre y brusca recuperación de cierre de ejercicio para situarse en pérdidas inferiores al 10%. Desde esa contraposición de visiones, aquí va lo hablado.

“La primera y principal razón para mi optimismo es que todas las crisis que nacen como consecuencia de un exceso de oferta, en este caso inmobiliaria, provocan un estancamiento de la inversión en el segmento afectado, flujo de caja  que se destina a usos mucho más productivos para la economía. Tenemos casas para los próximos 15 a 20 años, lo que implica que  la vivienda va a dejar de ser considerada  una inversión. Esto, que para algunos es un drama, tiene connotaciones muy positivas. La deflación en precio de los inmuebles va a permitir que el dinero se destine a otras utilidades. Tenemos la experiencia del boom/bust del petróleo que permitió llevar a cabo unas inversiones en infraestructuras que han aguantado décadas; ocurrió lo mismo con Internet en el 2000 cuyo resultado fue una red de fibra óptica que no ha habido que incrementar más que residualmente y que, por el contrario, ha ayudado al fomento de las comunicaciones y de la productividad; pasa lo mismo con los molinillos… No debemos tener miedo a que lo irracional vuelva a la racionalidad.

Es verdad que en este caso hay un factor adicional de preocupación que es el crédito pero otra vez tenemos que distinguir lo normal de lo anormal. Si necesitamos un aumento del crédito al 20% anual para financiar el crecimiento económico, apaga y vámonos. Aquí hay que hacer dos matizaciones. La primera es que no es comparable el nivel actual de endeudamiento del sistema con el de los años 30 donde la mayoría de la deuda era empresarial a corto plazo. Ahora los titulares del apalancamiento son las propias entidades financieras y los particulares, estos últimos con un endeudamiento fundamentalmente inmobiliario que, en teoría, se puede alargar tanto como la vida útil del inmueble, digamos 100 años. Por lo que respecta a las entidades financieras, y entramos en la segunda consideración, salvo en las 48 horas que siguieron a la quiebra de Lehman, no han dejado de cumplir su papel de instrumentos que permiten llevar a cabo las transacciones económicas del sistema pero adecuándose a la nueva realidad de oferta y demanda, que existe y que es algo que no se quiere asumir. No se puede pretender pensar que aquí no ha pasado nada.

Lo que más me preocupa del proceso actual es el pánico a corto plazo que está afectando a las distintas autoridades económicas, monetarias y financieras, campo de cultivo ideal para la estulticia administrativa. Cuando oigo hablar del New Deal se me ponen los pelos como escarpias. El papel de FD Roosevelt fue nefasto en la resolución de la Gran Depresión, contribuyendo únicamente a su prolongación en el tiempo. Por poco políticamente correcto que sea decirlo, el que sacó a Estados Unidos del hoyo fue Hitler, esto es, la Segunda Guerra Mundial. Veo que hay demasiada inclinación a repetir las recetas que entonces se mostraron inadecuadas. Falta perspectiva. De ahí que pese a mi optimismo, mantenga un tamaño excesivamente prudente en mis apuestas que, en cualquier caso, se ven limitadas igualmente por los elevados niveles de volatilidad que hacen que cualquier decisión errónea se magnifique y te pueda hacer un roto en la cartera.

Otro motivo para estar en el lado comprador del mercado es que estamos viendo un cierto proceso de estabilización en el deterioro en el comportamiento de los distintos activos financieros. Las divisas quieren situarse en rango, especialmente en relación con el dólar, las materias primas mantienen los deprimidos niveles actuales mientras que los diferenciales de crédito, pese a las malas noticias empresariales, no rompen los máximos. Y es que no hay que olvidar que la deuda corporativa, a nivel agregado, se encuentra en mínimos plurianuales y que las compañías han aprovechado el cierre de 2008 para sacar toda su porquería del balance, al ver que los mercados no hacían distingos entre unas firmas y otras. El resultado es un alto grado de apalancamiento operativo lo que se traduce en que bajos crecimientos de las ventas tienen un impacto enorme sobre el conjunto de  la cuenta de resultados.

Con todo esto, ¿cuál es mi asignación de activos o asset allocation? Creo que los bonos del tesoro van a ser dinero muerto durante mucho tiempo. No es normal que los plazos largos de la curva de tipos, especialmente el 10 y el 30 años de los Estados Unidos, se hayan situado por debajo de donde se encontraban hace 80 años cuando había contracciones  en el crecimiento  y en el nivel de precios agregado de la economía norteamericana cercanas al doble dígito. No hay valor. La alternativa son las emisiones societarias, un mercado que en enero ha recuperado la normalidad al coste que el inversor a día de hoy demanda y que ofrece oportunidades especialmente atractivas en compañías de carácter estratégico que, por su propia naturaleza, nunca van a caer, porque no se lo van a permitir.

Por lo que respecta a las acciones soy optimista a corto y medio plazo. Si creemos que lo peor en términos de resultados puede haber pasado -lo que no significa que no pueda haber sorpresas negativas en el futuro pero sí que las comparativas anuales empezarán a ser mejores conforme nos vayamos acercando al final de ejercicio-, la valoración de muchas firmas sería irrisoria. El problema es que hasta que no superemos los niveles de septiembre de 2008, que es cerca de un 50% de subida desde donde ahora nos encontramos, no veremos que se produzca una recuperación de la confianza de unos inversores que seguirán contemplando los valores en términos de bear market rally. La paulatina reducción de la volatilidad que llevará aparejada un despegue de ese tipo, nos permitirá ir subiendo nuestra exposición. Hasta entonces, la prudencia no es ni siquiera una actitud propia sino, desgraciadamente, impuesta por el propio mercado”.

Queda dicho. Buena semana a todos.

lunes, 2 de febrero de 2009

La gran mentira del crédito

Todos estamos más o menos de acuerdo en que lo que determina la violencia y profundidad de la crisis actual es la existencia de una enorme masa de crédito respaldada por activos sobrevalorados. ¿Hasta qué punto? Bueno, lo explicaba fenomenal, como casi siempre, Martin Wolf en su columna en Financial Times del pasado miércolesa cierre del tercer trimestre de 2008, la deuda norteamericana, país sobre el que centraba su análisis al ser el epicentro del terremoto que nos sacude, suponía un 358% de su PIB, por encima del 300% que condujo a Estados Unidos a la Gran Depresión. Por traducirlo al román paladino, por cada unidad de riqueza de la nación, el Estado y el sector privado deben 3,5 (no ha habido sustanciales variaciones en estos cuatro meses). No está mal. Pero no se vayan todavía, que aún hay más. Wolf recordaba en esa misma pieza que, frente a lo que había ocurrido en los años 30, o incluso en el Japón en los 90, los titulares de dichos créditos no son principalmente miembros del tejido empresarial no financiero, sino los propios bancos, por una parte, y los particulares, por otra. Hagamos aquí un primer punto y aparte.

Ahora, un poquito de matemáticas para principiantes. Dado que tal porcentaje se obtiene de un cociente o división, su minoración sólo se puede producir bien mediante un aumento drástico del denominador, esto es: del PIB, bien a través de una reducción igual de radical del numerador, es decir: de la deuda del sistema. O bien mediante la acción conjunta de ambos a la vez, claro está. Debido a que lo que se espera en 2009 no es un aumento del Producto Interior Bruto de las economías desarrolladas, sino más bien todo lo contrario, podremos concluir salvo error u omisión por mi parte, que todo puede ser, que reparar el desaguisado actual pasa por llevar a cabo un recorte sustancial de la financiación ajena, tanto pública como privada. Sobre la primera, ya saben cuál es la visión comúnmente aceptada por los políticos para resolver esta crisis: keynesianismo a tope con dinero prestado. Más madera, es la guerra. Eso hace que, si se quiere actuar sobre la raíz de la situación actual, haya que emplearse aún más a fondo sobre el apalancamiento privado, deuda que se encuentra, sobre todo y tal y como hemos señalado ya, en el debe de entidades financieras y consumidores. Segundo punto y aparte.

Ahora que a las autoridades correspondientes se les llena la boca con el vocablo crédito, reclamando su uso a diestro y siniestro, es oportuno, a raíz de lo anteriormente enunciado, señalar lo siguiente: uno, que carecen de legitimidad para hacerlo, toda vez que no se trata ésta de una burbuja que apareciera de la noche a la mañana sino que ha sido el resultado de un proceso plurianual que ha contado con su complacencia;dos, su omisión cobra aún más relevancia por el hecho de que el bancario es un negocio regulado y supervisado, a través de un marco que, actuaciones delictivas aparte, ha permitido a las entidades financieras maximizar su retorno dentro de él; tres, que no es momento de perpetuar lo erróneo sino de ajustar el tamaño del crédito a las necesidades reales de la economía: menor importe global y de mejor calidad. Cualquier mensaje en sentido contrario no es sino una gran mentira que sólo se la cree quien la pronuncia; cuatro, el papel de los bancos es fundamental en su doble condición de acreedores y deudores del sistema y ser titulares de prácticamente la totalidad de la financiación de los particulares; cinco, hasta ahora se ha salvaguardado, mediante avales y tipos bonificados, medidas de carácter provisional, el pasivo bancario en la creencia de que el ajuste a la baja iba a venir por el lado del activo.

Seis, el cierre de determinados mercados y el deterioro de las garantías y de la capacidad de repago han provocado la inconsistencia de tal suposición y han afectado a la solvencia de las entidades; siete, si antes no había liquidez pero sí solvencia, ahora ocurre lo contrario: el miedo de las entidades tiene nombre de nuevos requerimientos de capital; ocho, este entorno provoca que se maximicen las cautelas, al no poderse evaluar con exactitud la verdadera calidad de la cartera crediticia en vigor; nueve, como prueba la constante sustitución de activos reales por otros que no lo son, fundamentalmente inmuebles; diez, esto hace que la nueva financiación concedida dispare su precio para compensar, retrayendo el crédito; once, tal y como están las cosas, desempleo y colapso inmobiliario, las condiciones de financiación a terceros se modifican drásticamente, lógico, en cuanto a las posibilidades económicas del solicitante y al porcentaje de financiación sobre la prenda, lo que condiciona la demanda; doce, es verdad que la oferta se ha endurecido y que las peticiones se han retraído, dos caras de una misma moneda y proceso necesario de vuelta a la racionalidad; trece, no es cierto, por el contrario, que haya caído la solicitud de dinero para circulante ni está justificada la negativa de los bancos a concederla a compañías solventes a precios razonables.

Catorce, el gobierno debe fomentar la actividad crediticia en el marco establecido en el punto tercero; quince, no puede exigir crédito indiscriminado e irracional por el hecho de prestar su ayuda a la banca, sería perpetuar el problema; dieciséis, sin embargo debe ser avalista parcial, para mantener el incentivo de la banca comercial, de aquellos proyectos solventes que ésta le presente lo que simultáneamente permitiría bajar el tipo de aplicación a los clientes; diecisiete, igualmente habría de bonificar, del modo que se determinara, aquella financiación privada destinada a la mejora del capital humano y productivo español, educación e innovación, principalmente;dieciocho, la administración, dando ejemplo y poniéndose al corriente de todos sus pagos como medida preliminar, facilitaría la gestión del circulante mediante un mecanismo de sustitución de riesgo privado por público a través del uso de instrumentos financieros de corto plazo; diecinueve, la autoridad correspondiente tiene que supervisar de modo estricto cuál es el uso alternativo frente al crédito que están dando los bancos a su liquidez, a qujé precio y con qué riesgos, con objeto de identificar cambalaches peligrosos a futuro; veinte y último: modelos que han funcionado en el pasado, tienen más posibilidades de éxito en las circunstancias presentes, vuelta la burra al trigo. Buena semana a todos.